Vuelvo con el reto Literup 2019 de escribir 52 relatos en el año. Se me ha atragantado el cuarto reto y por eso me lo salto de momento para darle paso al 5. En este la premisa será la de empezar el relato con una pregunta y acabarlo con la respuesta. Me ha salido una historia tristísima pero espero que os guste.
¿Me olvidarás? -dijo manteniendo un tono de voz sereno mientras tomaba su mano y se esforzaba por no dejar salir las lágrimas de sus ojos.
Sabía que el final estaba cerca y había estado esperando ese momento para hacerle esa estúpida pregunta de la que sabía la respuesta. Ya no había más que hacer, había perdido la batalla pese a que la luchó con todas sus fuerzas. Todo fue en vano y ahora solo quedaba esperar su destino. Ya no le dolía nada, solo el corazón. La miró una y otra vez como si quisiera grabarse a fuego su imagen en la mente aunque no sabía si le iba a servir para algo allá donde iba. Ella le devolvía la mirada con sus ojos rojos por el sufrimiento y notó que un nudo en su garganta no le dejaba contestar. Su tristeza era dejarla allí después de tanto tiempo juntos. Sabía que era una mujer fuerte y sabría sobreponerse. Le había repetido muchas veces que se cuidara cuando el no pudiera hacerlo.
Mirándola a los ojos, recordó su primera cita en aquel parque que tanto les gustaba. En uno de sus bancos se le declaró y comenzaron a salir siendo solo un par de jóvenes. En el mismo banco él se arrodilló y le pidió matrimonio. En ese banco ella le comunicó que el fruto de su amor se había transformado en una criatura que crecía en su interior. Ese parque era el mayor símbolo de su vida en común.
Siguió recordando cada momento feliz de su vida que habían pasado juntos. Había sido tan feliz que no estaba triste por tener que abandonar el mundo terrenal. No fue consciente de que mientras se sumía en sus pensamientos felices, iba cerrando los ojos. Sintió una última bocanada de aire entrando en sus pulmones. Pudo notar el último latido de su corazón.
Antes de irse pudo escuchar la respuesta a su pregunta. Jamás.
¿Me olvidarás? -dijo manteniendo un tono de voz sereno mientras tomaba su mano y se esforzaba por no dejar salir las lágrimas de sus ojos.
Sabía que el final estaba cerca y había estado esperando ese momento para hacerle esa estúpida pregunta de la que sabía la respuesta. Ya no había más que hacer, había perdido la batalla pese a que la luchó con todas sus fuerzas. Todo fue en vano y ahora solo quedaba esperar su destino. Ya no le dolía nada, solo el corazón. La miró una y otra vez como si quisiera grabarse a fuego su imagen en la mente aunque no sabía si le iba a servir para algo allá donde iba. Ella le devolvía la mirada con sus ojos rojos por el sufrimiento y notó que un nudo en su garganta no le dejaba contestar. Su tristeza era dejarla allí después de tanto tiempo juntos. Sabía que era una mujer fuerte y sabría sobreponerse. Le había repetido muchas veces que se cuidara cuando el no pudiera hacerlo.
Mirándola a los ojos, recordó su primera cita en aquel parque que tanto les gustaba. En uno de sus bancos se le declaró y comenzaron a salir siendo solo un par de jóvenes. En el mismo banco él se arrodilló y le pidió matrimonio. En ese banco ella le comunicó que el fruto de su amor se había transformado en una criatura que crecía en su interior. Ese parque era el mayor símbolo de su vida en común.
Siguió recordando cada momento feliz de su vida que habían pasado juntos. Había sido tan feliz que no estaba triste por tener que abandonar el mundo terrenal. No fue consciente de que mientras se sumía en sus pensamientos felices, iba cerrando los ojos. Sintió una última bocanada de aire entrando en sus pulmones. Pudo notar el último latido de su corazón.
Antes de irse pudo escuchar la respuesta a su pregunta. Jamás.
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