¿Cómo fue la primera noche con el bebé?

En este nuevo post toca narrar la primera noche que pasé con el bebé y cómo nos enfrentamos a esta prueba de fuego. Como os conté en Mi Experiencia en el Parto (si no la has leído puedes ir a ella pulsando en el link) estuvimos unas 32/33 horas esperando a la llegada de nuestra hija Valeria y yo a después de todo no era persona. Por ello, la primera noche la pasó mi suegra con mi mujer, ya que yo iba a ser más un estorbo que una ayuda porque no podía ni con mi alma. Así que la segunda noche de hospital fue la que primera vez que estuvimos los dos solos con la pequeña, dos primerizos ante el peligro.

Hasta bien entrada la noche continuamos recibiendo algunas visitas, entre amigos y tíos estuvimos acompañados y todo iba bien. Al fin nos quedamos solos, nuestra única compañía era la chica de la cama de al lado y su hermana que sería su acompañante de esa noche. Cambiamos a la niña, le dimos su biberón y la acostamos en el moisés donde se quedó dormida pero no todo sería tan sencillo. No había pasado ni media hora cuando la niña se despierta con un llanto tremendo y acudí a cogerla rápido e intenté calmarla pero no había manera. Mi mujer me se levantó, la cogió ella e igualmente intento tranquilizar a la pequeña, pero seguía llorando muchísimo.

En ese momento me dijo mi mujer que llamara al timbre y que viniera una de las "simpáticas" enfermeras y así lo hice. 
- ¿Si? Me contestó una voz seca por el interfono.
- ¿Puede venir alguien? La niña está llorando mucho.
- ¿Qué le pasa? Me espetó esa misma voz desagradable.
-  Pues no lo sé, que está llorando muchísimo.
- Ahora vamos.
Esperamos y esperamos hasta que ese ahora nunca llegó. Mi mujer me vuelve a insistir que llame al interfono pero harto decidí ir yo mismo y personarme en la zona de las enfermeras. Allí llame a una puerta pero en el fondo estaba escuchando como debatían en tertulia la intervención de Belén Esteban en el Sálvame Deluxe. Me hallaba flipando al saber que esas señoritas no habían acudido a la llamada porque estaban entretenidas viendo la tele y encima ni escucharon que había llamado a la puerta. Volví a llamar hasta que apareció una tipa con cara de amargada y le volví a repetir que la niña estaba llorando muchísimo y no sabíamos que le pasaba. Me acompañó hasta la habitación y mire a la niña y su sentencia fue: "Tiene hambre" y le dio uno de los biberones que nos había dejado allí para la noche. Nosotros le acabábamos de dar el biberón pero mi niña ya venía anunciando que iba a comer por 7. Tampoco le dimos más porque nos dijeron claramente que le diéramos el biberón cada 3 horas y que no el diésemos más de lo que nos habían dicho.

Creíamos que ya todo había pasado pero no, los dichosos gases hicieron acto de presencia y la niña estaba incómoda y volvía a llorar. La enfermera me dijo que la acostara en mi brazo y que su barriga cayera en mi mano para masajearla con dos dedos. Y así fue como se fue calmando y quedando dormida, quedándonos más tranquilos nosotros después de la angustiosa situación de tener a un bebé llorando como si lo estuvieran matando y no saber que le pasa. Todo sea dicho, la enfermera tenía cara de no haber cagado en un mes, pero luego con la niña fue muy cuidadosa y en la habitación nos trató bien.

Esa fue nuestra primera noche como papás primerizos en el hospital, un poco angustiosa pero con un final feliz y en la que nos dimos cuenta que acabábamos de tener a una auténtica devoradora de biberones sin control.

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