Los peores enemigos de mi hija

Como muchos ya sabéis mi pequeña no llega a los dos años, ya está muy cerquita pero aún le quedan un par de meses. En su corta edad ya ha aprendido lo que es odiar algo y tiene muy claro que en su vida hay dos grandes enemigos. Nos lo tomamos con humor porque es lo que nos queda, pero la verdad es que lo pasa realmente mal cuando llega un resfriado. Sí, sus grandes enemigos tienen nombre propio y son Sacamocos y Rhinomer.


En este periodo invernal ha llegado a casa el temido resfriado y la que lo está sufriendo es la más pequeña. La noche del lunes empezó con mucha tos y pronto le siguieron los mocos, con ellos llegan un temido momento y es el de sacárselos para que pueda respirar mejor. Antes sufríamos al darle la medicinas y es que también nos montaba unos numeritos tremendo, siendo casi imposible que se las tomara bien. Eso pasó a la historia y ahora se las toma con mucho gusto, cuando termina le gritamos campeona y ella alza sus bracitos en señal de victoria.

Con el sacamocos el tema es diferente y le tiene una guerra abierta desde bien pequeñita. No lo puede ni ver y sacarle los mocos es todo un suplicio. Os lo digo de verdad, creo que los vecinos se deben pensar que la estamos matando porque llora como si no hubiese un mañana. Se retuerce con mucha fuerza y tengo que aguantarla para facilitarle la tarea a mamá pero la veo tan frágil que siempre se me termina escapando. Claro, no quiero ejercer mucha fuerza para que no se haga daño, pero es que aún no entiende que es por su bien.

Es solo sacar el Rhinomer y su sacamocos de pera y empezar a llorar porque ya sabe lo que se le viene encima. Es tanto el odio que le tiene a ambos que cuando era pequeña nos escondía el sacamocos en cualquier descuido para que no lo encontrásemos. Nos volvíamos locos buscando el sacamocos y lo encontrabas en el rincón más insospechado. ¿Cómo había llegado hasta ahí? La respuesta la teníamos cerca y fue aún más claro cuando la pillamos una vez con las manos en la masa. ¿Quién dijo que los bebés no entendían? Esta sabe más que todos nosotros juntos.

Así que esta es nuestra guerra con la niña y la de la niña con el sacamocos. ¿A los vuestros les pasa igual? ¿Algún consejo para que consigamos que esté más tranquila en este temido momento? ¡S.O.S, Papás en apuros!

Comentarios


  1. Pues yo puedo decirte lo que me pasa a mi, porque como ya sabemos, lo que a uno le va bien a otro niño le va mal, así que los consejos sirven de poco. Yo tengo dos retoños, al mayor le pasa como a tu hija y al segundo, no es que le guste, pero el pobre lo tiene ya tan asumido que ni protesta. Lo que sí le encanta es hacer que él me saca los mocos a mí, así que antes de hacérselo siempre le dejo porque parece que así se lo toma algo mejor.
    Con el mayor también pedí consejo como tú pero me sirvió de poco, lo único que hice fue cambiar de agua de mar porque me dijeron que el Rhinomer, incluso el de bebé, salía con más fuerza que Sterimar, así que opté por comprar este último y es el usamos desde entonces.
    Sin ánimo de deprimir, con el mayor no llegamos a ningún acuerdo, solo ahora que casi va a cumplir los 5 años, se deja tocar la nariz cuando se da cuenta de que justo después se siente mejor, pero ¡ojo! Tampoco siempre 😕.
    Así que ánimo y suerte! 😊

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  2. Ja, ja. El temible sacamocos. Algún día tu hija se mondará de risa cuando le contéis la que había que liar con el sacamocos. Pero, si lo pensamos un poco, tampoco es tan importante. Quiero decir que la humanidad se las ha arregado muy bien sin sacamocos durante milenios. Si se deja sacar los mocos, genial, respirará mejor (durante un rato, lo que tarde la nariz en taponarse de nuevo), y si no, pues qué le vamos a hacer. Con mi hija mayor lo intentamos un par de veces cuando era bebé, y era tal su cara de espanto que no volvimos a hacerlo. Cuando se hizo un poco más grande aprendió a sonarse con un pañuelo, y adiós sacamocos. Con la pequeña ni siquiera lo intentamos.

    Creo que, sobre todo cuando son tan pequeños y caen enfermos, aunque sea con un simple resfriado, los padres/madres queremos hacer cualquier cosa para que ellos se sientan mejor y nosotros nos sintamos útiles, pero la realidad es que a veces poco se puede hacer. Como suele decirse, un resfriado dura una semana con tratamiento y siete días sin él. Y, la verdad, si nos ponemos en su lugar, el sacamocos debe ser un artilugio terrorífico: una cosa con aspecto de instrumento de tortura que te meten en la nariz y que parece que te va a absorber el cerebro. ¡No me extraña que se defiendan de él con todas sus fuerzas!

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