Reto 3/52 de Escritura #52RetosLiterup

Sumamos un nuevo relato al reto de escritura de Literup y siguiendo la pauta de esta "semana" voy a intentar continuar la historia anterior pero desde la otra perspectiva. En esta ocasión toca que la protagonista del relato se mire al espejo y vea algo que no debería estar ahí. Como siempre, espero que os guste y si encontráis algo en lo que pueda mejorar me lo dejéis en comentarios. ¡Comenzamos!


Habían pasado cuatro meses desde que pisó por primera vez aquel apartamento. No le quedaba más remedio que adaptarse al cambio de domicilio e intentar hacer una vida normal en esta ciudad. Aún no le quedaban muchas ganas de salir a la calle y solo lo hacía para ir a la tienda de abajo a por provisiones de última hora. Solía hacer la compra por internet y encargaba que se la llevaran a casa para no tener que salir. Empezaba a estar un poco harta de aquel encierro voluntario al que se estaba sometiendo pero tampoco quería dejar de hacerlo porque así se sentía segura. La única comunicación que tenía era con su madre, a la cual llamaba a diario para saber sobre ella.

A veces echaba de menos hablar con alguien más, conocer a gente y poder socializar un poco. En ese momento, decidió llamar a una empresa de telecomunicaciones y contratar internet en casa. También usó los datos de su móvil para hacer un pedido en una tienda informática en la que había visto un ordenador portátil a un precio muy bajo por últimas unidades. Al día siguiente, el mensajero llegó para entregarle su compra y, en la tarde, el técnico llegó para hacerle la instalación. Había recordado cuando en su juventud entraba a algún chat y podía pasar horas hablando con desconocidos a los que jamás llegaría a ver en persona. Le pareció que podía ser una buena manera de socializar y quitarse, de algún modo, la monotonía de su vida encerrada en esas cuatro paredes.

A penas unos minutos después de que se fuera el técnico, decidió entrar a uno de los chats que solía frecuentar antaño. Después de diez minutos recibiendo mensajes privados con todo tipo de proposiciones de índole sexual, decidió cerrar la página. Antes de eso, vio un anuncio en uno de los banners de la web con la publicidad de una red social en la que conocer gente nueva. No tenía nada que perder, así que probó a crearse una cuenta dando los datos justos para que la gente no huyera de ella. Cuando llegó el momento de la foto dudó si debía poner una o no. Sabía que sin foto pocas personas se animarían a hablarle. Durante su traslado a la ciudad había parado en un mirador desde donde se podía disfrutar de una espectacular puesta de sol. Se sentó mirando al horizonte y pidió a uno de los agentes que le sacara una fotografía de recuerdo. Buscó en su móvil, pasó la foto al ordenador y la seleccionó como su foto de perfil. Se le había hecho muy tarde entre una cosa y otra. Decidió hacerse algo rápido para cenar y se acostó en la cama para ver un capítulo más de la serie a la que se había enganchado.

Estuvo un par de días recibiendo mensajes en la aplicación de chicos que parecían un poco desesperados. Siendo este el panorama habitual, comenzó a ser ella la que iniciara la conversación con los chicos que le parecían interesantes. También se equivocaba demasiado con esta técnica pero al menos cumplía su función, estar entretenida y hablar con gente. Se dio cuenta que, poco a poco, se estaba inventando una vida idílica y que estaba creando un auténtico personaje que poco o nada tenía que ver con su verdadero yo. No era algo que le preocupara, no tenía ni la menor intención de pasar más allá con ninguna persona, ni hombre ni mujer. Había descubierto que la red social tenía aplicación para el teléfono y pasaba horas en la cama buscando gente nueva con la que hablar. A altas horas de la noche vio una alerta de una nueva persona en su rango. Se llamaba René y aunque no tenía foto y ya era tarde decidió mandarle un saludo.

Madrugó mucho más de lo que le hubiera gustado debido a una de las muchas pesadillas que solía tener. Fue hasta la cocina para preparar su desayuno y, poco después de acabar, escuchó una notificación en su móvil. Era el chico con el que había intentado hablar la noche anterior sin éxito. Ahora sí, tenía una foto en el perfil y le pareció un chico muy apuesto. Estuvieron hablando durante todo el día y se dio cuenta que por fin había conocido a un chico normal. Solo le hicieron falta dos días de conversación para darse cuenta de que René no era un chico más de los de esa web  e intentó ser más sincera con él de lo que lo había sido con el resto. Pese a ello, volvió a describir una vida perfecta. Una vida que cualquiera mataría por poder tener. Una vida, que nada se asemejaba con su realidad.

Cuatro días después de que iniciaran esa amistad virtual, llegó el momento que más estaba temiendo. El le propuso de ir a tomar un café y poder conocerse en persona. Dejó claro, más veces de las que le hubiera gustado, que no tenía ninguna intención rara. Solo quería que se viesen y poder hablar cara a cara. No supo bien porqué, pero terminó accediendo. Continuó el resto de esa mañana inquieta. Igual pensaba acudir a la cita que, al minuto siguiente, quería escribirle para anularla. Habló con su madre para tranquilizarse y encontró en ella la aprobación que andaba buscando. Su madre tenía razón, podía salir a una cafetería cercana y tomar un café sin que nada raro fuera a ocurrir. Más relajada, comenzó a prepararse para la cita.

Ahora el nerviosismo no era qué hacer sino qué ponerse. Estos nervios si que no los estaba entendiendo, él le había repetido hasta la saciedad que solo era un café entre amigos. Lo cierto es que había algo de René que le atraía mucho, además habían tenido buen feeling desde el principio. Metió todo lo necesario para arreglarse en el baño, puso música en su móvil y entró a la ducha. Cantó a grito pelado una de sus canciones favoritas del momento. No recordaba la última vez que había cantado desde que ocurrió todo. Sintió un ruido fuera, pero recordó que había dejado la ventana abierta y el viento ese día era muy fuerte.

Salió de la ducha y tras secarse el cuerpo y el pelo, comenzó a peinarse. Se colocó el vestido que había escogido y fue hasta la habitación. Se le había olvidado coger los zapatos y se los colocó allí mismo. Cerró la ventana del salón y dejó la puerta abierta. Cuando volvió al cuarto de baño, comenzó a maquillarse. Cuando se miró al espejo vio algo en la mesa detrás de ella, algo que antes no estaba ahí. Había salido del baño tan emocionada que no había reparado en ello. Era un jarrón muy fino y alto que contenía una sola rosa roja. En el reposaba un sobre amarillo. Su rostro palideció al momento. Sabía lo que aquello significaba. Le habían encontrado.

To be continued (again)...

Espero que nadie me mate por este nuevo continuará pero se me eterniza el relato y no tengo aún idea de como va a terminar, tampoco creo que vaya a poder continuarlo con el resto de temáticas del reto. Cualquier consejo, ayuda o sugerencia es bienvenida en comentarios. ¡Hasta la próxima!

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