Reto 1/52 de Escritura #52RetosLiterup

De casualidad he conocido la web y el blog de Literup y me ha encantado una de los retos que proponen al empezar el año. Se trata del #52RetosLiterup en el que te dan 52 temáticas para que escribas un relato con ellas. Creo que es una buena forma de entrenar y obligarte un poco de vez en cuando a escribir. El reto original son 52 relatos, 1 a la semana hasta completar el año. Voy a atreverme con él a riesgos de no llegar por el retraso. Sin más dilaciones, os dejo con el primer relato del #52RetosLiterup


1. Escribe un relato sobre los propósitos de año nuevo de tu personaje.

Eran las 7:30 del viernes 4 de enero y, después de que su vejiga le hubiese obligado ir al baño, no pudo volver a conciliar el sueño. Era el momento de levantarse y preparar el café de la mañana. Como era ya costumbre, solo encontró una de sus zapatillas a los pies de la cama, por lo que decidió ir hasta la cocina descalzo. Enchufó su nueva cafetera de cápsulas, regalo de navidad de sus padres, y colocó una de café largo. Tan pronto como la máquina echó la última gota de café, se dirigió hacia el salón y abrió su portátil. Era muy temprano pero lo primero que hacía era echar un ojo a las web de búsqueda de empleo para ver si había alguna nueva oferta. Sabía que no era nada recomendable echar un currículo en viernes pero para él no había descanso. Este nuevo año se había propuesto encontrar un buen trabajo y mantenerlo el máximo tiempo posible.

Habían pasado siete meses desde su último trabajo, la prestación por desempleo se le había agotado y las facturas se acumulaban en la encimera. Hacía verdaderos malabares para llegar a final de mes y tenía que recortar en todo lo que fuera prescindible. Eso le llevó a su segundo propósito de año nuevo, dejar de fumar. Llevaba desde los doce años fumando y pese a que nunca había tenido una gran adicción, era el momento de dejar atrás ese horrible vicio. Volvió a cerrar el ordenador tras esa infructuosa búsqueda y, sin quererlo, acabó dando una cabezada en el sofá.

El sonido de su teléfono le despertó de ese improvisado sueño y lo cogió al segundo tono. Acababan de citarle para una entrevista de trabajo esa misma tarde. Se trataba de un empleo de teleoperador, algo que no le mataba de ganas, pero que le serviría para volver a la actividad laboral. La mañana se le pasó volando mientras repasaba una y otra vez pautas que le habían enseñado en un curso de formación para el empleo. Además, revisó su currículo y lo adecuó, seleccionando las experiencias laborales y las competencias profesionales que mejor encajaban con la entrevista de la tarde. 

A las 16:20, estaba frente al edifico en el que tendría lugar la entrevista y al entrar las esperanzas fueron disminuyendo. Había como una treintena más de personas esperando currículo en mano en la recepción. El nerviosismo se respiraba en el ambiente y ya algo no olía muy bien. O iban con mucho retraso o no entendía que hacia tanta gente citada a la misma hora. Pronto descubrió que se trataba de una entrevista grupal, fueron divididos en dos grupos y acabó en una sala con otras quince personas más. La suerte estaba echada.

Llegó a casa dándole vueltas a todo lo que le habían explicado en aquella entrevista, por llamarlo de alguna forma ya que parecía más una charla informativa. Les habían dicho que esa misma noche, sobre las 21:00 los elegidos recibirían una llamada citándoles para comenzar la formación. Sin duda, lo que menos le gustaba era que las ventas fueran lo que iban a determinar su sueldo final del mes. A las 20:55 recibió la llamada y, aunque no estaba seguro, aceptó.

El lunes se personó en la oficina ya que empezaba la primera de las dos semanas de formación no remunerada que les daba la empresa. El ambiente cada vez era peor, el pesimismo se apoderaba de él y sus compañeros no eran de gran ayuda ya que la mayoría tenía el mismo sentimiento que él. Llevaba ya doce días sin fumar algo que junto a la incertidumbre del trabajo, le tenía de muy mal humor.

En la segunda semana de formación se produjo una charla para hablar de la firma del contrato y las condiciones volvieron a variar. El sueldo fijo a percibir ya no era igual, las horas de trabajo y de cotización tampoco se correspondían a las pactadas en la primera reunión. Cada palabra del superior eran un nuevo mazazo, una nueva bofetada de realidad que no hacía más que aumentar su ira.
- Idos a la mierda-dijo mientras se ponía en pie y se dirigía hacia la puerta, la cual cerró de un gran golpe.
 Toda la tensión que había ido acumulando durante esos días la soltó de golpe y una enorme paz se introdujo dentro de su cuerpo. Se sorprendió al volver a escuchar la puerta y ver que otros compañeros salían descontentos con las abusivas condiciones. Juntos caminaron hacia la salida del edificio, recordando la salida de tono que acababa de tener hacía pocos minutos.

Una vez en la puerta, una de las compañeras encendió un cigarro. Así fue como tan solo quince días después de comenzar sus propósitos de año nuevo, los abandonó. Quizás podría retomarlos en otro momento, aún le quedaban 11 meses más por delante.

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